Diez años de los atentados del 11-M.

J. L. Gamallo. Los romanos cuando concluían el censo de los ciudadanos, algo que ocurría cada 5 años, realizaban un sacrificio expiatorio, el lustrum, efectuado por uno de los censores en nombre del pueblo romano. Ya han pasado dos lustros del espantaso atentado que costó la vida de 191 de nuestros compatriotas en los trenes de cercanías, que como cada mañana se dirigían a la estación de Atocha para desde allí encaminarse a diferentes destinos en la capital española, estudios, trabajo, etc. Pero ese 11 de marzo fue muy diferentes, pues un grupo de asesinos terroristas, da igual su pelajo, se encargó de que eso no ocurriese. Diferentes bombas fueron estallando en las vagones que se aproximaban a la estación madrileña sembrado el horror, la confusión, el llanto, el miedo, entre los madrileños que esa mañana iban a sus ocupaciones cotidianas. Pero también desde hace dos lustros se sigue buscando un chivo expiatorio a quien arrojarle los muertos, algo que ya pasó a las pocas horas del atentado, y que nuestra mejor tradición de cainidad, rápidamente se buscó a un culpable, cuando el culpable estaba claro, quien quiera que fuese el que había colocado las bombas. Los terroristas no necesitan motivos ni excusas para colocar bombas, y de eso tenemos experiencia en España con la ETA. El atentado concidía con la guerra de Irak, pero para los yihadistas España era una tierra de promisión a recuperar según su obnubilada ideología, y los infieles debía ser castigados sin remedio. El espectáculo que se dio en aquellos momentos fue bochornoso, y muchas veces las víctimas y su familiares fueron u obviados o utilizados como elementos del enfrentamiento político. Este año, y parece que por primera vez, todos los representantes de la víctimas han participado unidos en los diferentes actos rememorativos, aunque, ya ha habido voces discordantes por los funerales en la Almudena. Sino todos, una mayoría seguro que estaban bautizados, y las palabras del Evangelio presentan un mensaje de amor y paz que es extensible a todos los hombres, un mensaje con cerca de 2000 años de existencia, y que para muchos es una voz de consuelo y piedad. Pero eso era de esperar, y tal vez es la única nota negativa de este día de luto y dolor.