Benedicto XVI, un Papa en su misterio

J. L. Gamallo. En estos tiempos donde observamos como numerosos cargos públicos sobre los que existen fundadas sospechas de conducta irregular, que se aferran a su silla, y se niegan a dimitar, o son apoyados por sus superiores, de pronto nos vemos sorprendidos porque el obispo de Roma, el Vicario de Cristo, el pontifex maximus, el Papa de la Iglesia Católica, la institución más antigua de la Historia, Benedicto XVI hizo público hace un par de días su decisión de renunciar a la cátedra de San Pedro, y todo lo que ello conlleva. Benedicto XVI no la ha tenido fácil en su pontificado, siendo el sucesor del carismático Juan Pablo II. Su elección fue una sorpresa. A diferencia de su predecesor, se le puede considerar como una persona más retraida, más a gusto en el áula que frente a grandes concentraciones; poseedor de una grandísima cultura y solided teológica, ha debido ver con preocupación los derroteros por los que se ha encaminado el mundo, y muy concretamente la civilización occidental dominada por el materialismo y el relativismo. La Iglesia y el Papado han sido presentado como entes inmovilistas que se niegan a reconocer "avances" sociales como el aborto, la eutanasia, matrimonios del mismo sexo, etc. No me extraña que Benedicto XVI esté completamente agotado, física y espiritualmente. Se le ha atacado muy duramente por sus orígen aleán y su participación en IIGM, donde siendo un joven seminarista fue movilizado para servir en una batería antiaérea. Como muchas familias católicas, la suya era antinazi, así como él mismo. Aunque muchos cerraban los ojos, no se les ocultaba que el regimen nazi consideraba a la Iglesia como un enemigo a batir. Miles de sacerdotes acabaron en los campos de concentración. A pesar de los infundios, el Papa será recordada como un espíritu lleno de bondad y espiritualidad, que ha hecho todo lo posible por la extensión de la paz y concordia en el mundo. Se retirará a un convento donde se dedicara a la oración y el estudio. La tiara pontificia ha estado en una buena cabeza. El espíritu santo acertó una vez mas,