Llega el día de San Valentín ¿día de los enamorados o de más consumo?

J. L. Gamallo. Existe una simpática e ingenua película española de 1959, que trascurre un 14 de febrero, con cuatro historias de diferentes parejas que atraviesan diferentes problemas en sus relaciones. Ese día "aterriza" en Madrid un trajeado caballero, que se introduce en la vida de estas parejas, solucionando sus diferencias en un tono divertido y romántico. Al final del día desaparece. San Valentín (Jorge Rigaud) había venido del cielo para encauzar las vidas de estos novios felizmente hacia la vicaria, como no podía ser de otra manera. No sé que pasaría si de pronto San Valentín volviera a pisar las calles de Madrid y se percataría, con grandísima sopresa, como han cambiado las relaciones entre los novios, bueno, eso ya casi no se dice pues parece algo normal, sino mi amigo, mi amiga, mi rollete, mi piba, mi pareja, etc. Además el matrimonio ya no es el "fin final", existen convivencias temporales más o menos sucesivas. Y los que pasan por el juzgado (por la vicaría menos, que ata más) tienen un ligero convencimiento que ya no es para toda la vida. Parece que hay menos divorcios por los gastos que supone en estos tiempos de crisis. Además el papel de la mujer en la actualidad difiere completamente del que tenía en la película que dirigió Fernando Palacios en 1959. Las relaciones son de igual a igual,y la mujer ha procurado adoptar las peores cualidades que "adornaban" a los hombres y que parecían caracterizarles. La mujer como elemento "dulce y romántico" de la relación ha desaparecido prácticamente. Algo que ni es mejor ni peor, es de otra manera. San Valentín es uno de los muchos mártires del santoral cristiano que vivió en Roma en el siglo III, que desobedeció una orden del emperador Claudio II que prohibía casarse a los jóvenes, pues pensaba que los solteros sin ataduras familiares eran mejores soldados. Valentín de Terni, que era sacerdote, siguió celebrando matrimonios. Detenido por orden del emperador, después de diversos avatares y milagros sufrió el martirio. De ahí a convertirse en protector de los enamorados sólo había un paso, aunque también podría tratarse de una cristianización del pagano y juguetón Cupido. Pero la andadura moderna de San Valentín como patrono de los enamorados que celebraban su día es relativamente reciente, pues sería en 1840 cuando Esther A. Howland en Estados Unidos empezó a vender las primeras tarjetas masivas de San Valentín, con corazones, lazos, encajes, ramos de flores, querubes, castas parejas, en una entrañable estética victoriana, que se llamarones "valentines". Poco a poco la celebración del Día de los Enamorados se fue extendiendo por Europa, y de ahí se ha convertido en una fiesta que se celebra en casi todo el mundo, incluidos China y Japón. Las cadenas comerciales arrecian su propaganda para incitar a las parejas a hacerse todo tipo de regalos, ya sean los tradicionales bombones o ramos de flores u obsequios de mayor sustancia, dependiendo la situación de los celebrantes enamorados. Las críticas contra estas demostraciones de "afecto" por medio de regalos suelen aparecer todos los años por estas fechas, ya que se trataría de una simple banalización y mercantilización de los sentimientos y los afectos, del amor en suma. Pero tampoco conviene alarmarse demasiado, a nadie le amarga un dulce, y si muchas cosas del pasado han entrado en el olvido, en las actuales relaciones entre los humanos el regalo juega un papel importante. No se le quiere a alguien más o menos si le regalas algo, pero es un detalle que indica que no le has olvidado. Tampoco tiene que ser algo desmedido o escandaloso. Cada cual sabrá lo que es mejor y, ciertamente, no conviene dejarse engatusar por la ofertas de los centros comerciales, con todo tipo de regalos más o menos cursis, con predominio de corazones (residencia visceral del amor) y encendidos tonos rojos.