Los músicos callejeros a examen

J. L. Gamallo. Se podría decir que desde casi siempre, la música ha estado presente en las calles de Madrid. Artistas espontáneos regalaban por unas pocas monedas lo mejor de su capacidad a los viandantes que pasaban a su vera, o si eran buenos, se podía formar un pequeño grupo que asistía complacido a un imprevisto concierto. El centro de Madrid, las áreas comerciales y las frecuentadas por los turistas, los pasillos y los vagones del metro eran los lugares preferidos para colocarse. A los españoles se han unido también muchos procedentes de fuera de nuestras fronteras, especialmente procedentes de la Europa Oriental. Junto a los perroflautas, guitarristas, ejecutantes de acordeón, han surgido interpretes de instrumentos raros, como la armónica de cristal, muy popular en los paises danubianos, pero que aquí es una rareza, el arpa celta, el koto o el violín chino. Incluso hay pequeños grupos de cámara que ofrecen realmente pequeños conciertos viarios, en bases a las piezas más conocidas de Vivaldi, Pachelbel o Albinoni. Tampoco se puede olvidar a la castiza tuna que recorría los mesosnes de la plaza Mayor y Cuchilleros amenizando el aperitivo a los turistas. De manera más libre cualquiera se podía poner en su esquina favorita y empezar. El público era el que recompensaba crematísticamente la calidad de la ejecución La crisis ha hecho que aumente la nómina de músicos callejeros, y el Ayuntamiento ha decidido tomar cartas en el asunto, y para poder ser músico callejero será preciso demostar que se posee algún tipo de idoneidad musical. Así habrá una prueba donde se exigirá la interpretación de dos temas musicales, la cual les permitirá tener una autorización para el mes de diciembre. Habrá un horario de actuación entre las 10-15 y las 17-22 horas ern invierno y hastas las 23 en verano, sin superar las dos horas. La licencia será de carácter individual y será válida para un año. Para evitar molesitas a los vecinos, estará prohibido el uso de amplificadores.