Hostal HorizonteBlog / El Capriño, un sueño romántico en La Alameda de Osuna.
El Capriño, un sueño romántico en La Alameda de Osuna.
J. L. Gamallo.- Casi toda seguridad, entre las direcciones que traen los turistas a Madrid como muy aconsejable de visitar está la del Parque del Retiro, el conjunto paisajístico más antiguo de la capital, no en balde eran los jardines del Real Sitio del Buen Retiro, construido para solaz de Felipe. Bueno eso en el caso de que venga con algo más de tiempo que una visita rápida, y tenga el gusto por los árboles, las plantas, y la escultura, pues entre sus frondas es posible disfrutar con una gran variedad de monumentos escultóricos, algunos de gran magnitud. Pero no es del Retiro de quien vamos a referir algo. Seguramente el jardín más singular y hermoso de Madrid escapa a la atención del viajero la mayoría de las veces, sólo es conocido por algún grupo de iniciados, o se conoce su nombre, pero no se sabe ubicar con exactitud, se trata de los jardines de El Capricho, en la Alameda de Osuna.
Este bellísimo jardín está al norte de la ciudad, antes de llegar al aeropuerto de Barajas. Aunque no es tan antiguo como el Retiro ya tiene sus años, concretamente fue realizado entre los años 1787 y 1839, donde la duquesa de Osuna, Dª María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel Téllez-Girón Borja y Centelles, una de las principales aristócratas de la corte de Carlos IV, importante mecenas de artistas y músicos, encargó la realización de una
finca de recreo, que llegó a rivalizar con la Casita del Príncipe de Aranjuez. En esta finca, el exquisito gusto y sensibilidad de la duquesa, dio cuerpo a una obra de arte singular, donde se aúnan un bellísimo paisajismo, donde se combina el jardín francés y el inglés, con diversas construcciones que se distribuyen por El Capricho.
El visitante accederá por una glorieta circular, donde se celebraban las corridas de toros, de donde parte una gran avenida, flanqueada por los parterres del jardín francés, y que le lleva al Palacio, de estilo neoclásico, con una serena fachada de ocho grandes columnas, accediéndose directamente al primer piso por una doble escalera. En estos momentos está siendo restaurado. Antes se pasa por la Plaza de los Emperadores Romanos, adornada con diversos bustos de los mismos, y la gran Exedra, rodeada por esfinges, donde un pedestal con una inscripción en latín recuerda a la fundadora del conjunto, al que se le califica de villula. El busto que había de la duquesa se ha perdido; después ya delante del Palacio, se llega a la plaza de la fuente los delfines. En el jardín inglés se respira toda la esencia del romanticismo, lleno de riachuelos, estanques de varios tamaños, y toda una variada gama de árboles, impresionantes pinos, y arbustos. Destaca por su belleza el gran estanque, cuyo centro hay una isla con una escacada y el monumento al virrey de Nápoles, D. Pedro Girón de Velasco, el puente de hierro (el primero de estas características que se hizo en España), y el embarcadero, desde el cual en barcas, por una ría se llegaba a la segunda edificación más importante de El Capricho, el casino de bailes, donde la duquesa celebraba las reuniones de sociedad. El embarcadero del Casino no conviene al visitante que se pierda la fantástica escultura del jabalí. Cisnes y diversas anátidas se pueden admirar en los estanques y riachuelos. Por la arboleda también se puede disfrutar con una ermita, en la que en época de Dª Josefa vivía un ermitaño, la casa de labor, conocida como la Casa de la Vieja, el fortín, el Abejero, que parece un pequeño palacio, etc. También cuenta con un laberinto, aunque sólo se puede ver desde fuera. Durante la Guerra Civil el general Miaja instaló su puesto de mando en un búnker que se construyó al lado del Palacio, aunque actualmente no se puede visitar.
Este prodigio jardín sólo se puede visitar sábados, domingos y festivos, por lo que la mayoría de los visitantes, desgraciadamente, no podrán recorrer sus avenidas y forestas. Durante los meses de veranos es posible asistir gratuitamente a selectos conciertos que nos trasladarán sin duda, a los años de la corte de Carlos IV.
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