La cuesta de Moyano. Paraiso para los amantes del libro antiguo en el centro de Madrid.

J. L. Gamallo. Durante siglos el libro ha sido considerado como el principal instrumento de la transmisión y conservación del conocimiento en sus más variadas formas. Desde la aparición de la imprenta a finales del siglo XV, los libros supusieron un cambio radical en su difusión y la multiplicación de las bibliotecas, ya fueran públicas o privadas. Y al poco apareció una nueva enfermedad, la "bibliofilia", la pasión por los libros, su atesoramiento, la búsqueda de libros raros y curiosos, de encuadernaciones exquisitas, etc. Y cada vez se publicaban más libros, libros premiados en concursos literarios que se convertían en "best sellers", campañas publicitarias en radio y televisión, etc. Cuando de pronto apareció el libro electrónico, capaz de almacenar cientos de títulos en un espacio limitadísimo. Y no cabe duda que se trata del porvenir futuro (perdón por la redundancia) del libro, acabando por un lado con los problemas de espacio en la bibliotecas y viviendas actuales, y con las grandes cantidades de árboles que se necesitan para fabricar pasta de papel. Pero de momento sigue habiendo un grandísimo número de seguidores y amantes del libro tradicional, de sentarse en un banco bajo la sombra amigable de un árbol y leer con delectación, pasando quedamente sus páginas. Pues los amantes del libro de toda la vida, muy cerca de nuestro hostal, tienen un lugar de visita ineludible, y un lugar estratégicamente situado: la Cuesta de Claudio Moyano, una calle peatonal que desde la glorita de Atocha sube hasta el Retiro, entre le noble edificio del ministerior de Fomento y las tapidas del Real Jardín Botánico, al lado del Paseo del Arte de Madrid, con sus principales museos. Se trata de una feria del libro de carácter permanente que recibe con los brazos abiertos a locales y turistas, bajo la égida de la mirada de la estatua de don Claudio Moyano, a quien se debe la reforma del sistema educativo español en el siglo XIX. Ya va para casi un siglo, concretamente en 1925, que se instalaron las primeras casetas de maderas dedicadas a la venta de libros. En la parte superior de la calle, una estatua de Pío Baroja observa satisfecho a los viandantes y lectores impenitentes. Al ser desde hace muchos años una calle peatonal es un lugar idóneo para pasar la mañana o la tarde rebuscando en las diferentes casetas algúbn libro raro o descatalogado, revistas ya fuera de la circulación o inclusive últimas novedades. Creo, sinceramente, que la visita a esde edén de los libros no defraudará a nadie y proporcionará momentos de grandísima satisfacción y placer.