El derribo del vuelo MH17 de la Malasyan Airlines

J. L. Gamallo. Realmente ya nada es lo que era. Durante el verano parecía que las noticias tomaban cierto tono de levedad y ligereza. Los periódicos recurrían a las habituales "serpientes de verano" para rellenar sus páginas. En España una "serpiente de verano" recurrente eran los trágicos incendios en nuestros momentos, muchos de ellos totalmente intencionados. Pero parece que cada vez hay que recurrir menos a las serpientes de verano, pues en este se han producido dos noticias de gran y trágica relevancia, por un lado una fase más en el sempiterno enfrentamiento entre israelís y palestino, y por otro, sun suceso que producido estupor y asombro en todo el mundo: el derribo con un misil de un avión de la Malasyan Airlines que desde Holanda hacia Kuala Lumpur sobrevolaba Ucrania. Nada menos que 298 víctimas ha provocado el inexplicable ataca, que carece de cualquier tipo de justificación o comprensión. Rápidamente los participantes en el conflicto entre el gobierno ucraniaano y los separatistas prorusos se han lanzado mutuas acusaciones sobre el bárbaro y criminal atentado. Pero parece, ante las protestas de todo el mundo, que las cosas pintan mal para los separatistas y su protector ruso, Putin, que provee de todo tipo de ayudas a sus irridentos aliados, que han resultado ser como los aprendices de brujos, provocando un catástrofe de consecuencias insospechadas para los partidarios del separatismos. Si hasta ahora la única ayuda con la que contaban era la de Rusia, apartir ahora Putin tendrá que pensarse mucho que es lo que va hacer, aunque es muy difícil que deje de seguir intrigando para controlar Ucrania, que desde la caída del zarismo, siempre tuvo mal encaje en el nuevo estado soviético, que tuvo un comportamiento despótico con tan feraz región. El recuerdo del Holodomor, el genocidio practicado por Stalin en los años 30 sigue presente en Ucrania, y muchos de los problemas de nacionalidades de la ex Unión soviética, se debe a la política de Stalin y Beria de deportaciones masivas de pueblos enteros, en intento de conjurar inexistentes de le vantamientos nacionalistas, y rusificar lo más posible la multicultural Unión soviética. Para ellos no se escatimaron medios, y cientos de miles de personas murieron en esta demencial política staliniana. El derribo del avión por parte de los separatistas, apoyados por Rusia, se podría considerar como un acto epigónico del stalinismo.