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Ferias y fiestas de San Isidro, patrono de Madrid
J. L. Gamallo. El 15 de mayo la villa y corte de Madrid celebra sus fiestas patronales en honor de su venerado patrono San Isidro Labrador, seguramente el primer madrileño en alcanzar la fama y las glorias celestiales. Con el crecimiento de Madrid, sus fiestas patronales han quedado un tanto desdibujadas. Antes esta festividad era uno de los pocos momentos del año donde el pueblo podía dar rienda suelta a su alegría y salir de la dura rutina diaria, a lo que se unían algunas romerías más a lo largo del verano, que participaba de lejos de la vida y las fiestas de la corte. En la actualidad, todos los días hay posibilidades de fiesta y regocijo, y las fiestas isidriles se ven como un acontecimiento cariñoso y nostálgico. Curiosamente, muchos de los aspectos más populares han sido reactivados por la numerosa población inmigrante reciente, sobre todo los hispanoamericanos, pues está claro que la romería de San Isidro les recuerda, con motivos, las fiestas de su pueblo. Puede parecer paradójico que en el siglo XVII que el pobre Isidro de Merlo y Quintana, que socialmente era un simple peón agrícola, alcanzase la condición de patrono de Madrid, la capital de los dos mundos durante el siglo XVII, en vez de escoger a otro personaje de alcurnia más elevada. Isidro, madrileño de primerísima hornada y acendrada religiosidad, trabajaba para una de las familias madrileñas nobles, los Vargas, y era su amo don Iván, que parece que fue testigo de como mientras su obrero rezaba, los ángeles araban la tierra que debía hacer él. Su amo había decidido espiarlo ante las denuncias de otros compañeros maledicentes del futuro santo, que también se dedicaron a levantar falsos ttestimonios contra la mujer de Isidro, y futura santa, María de la Cabeza. Su hijo Illán, también fue santo, y al que padre, gracias a la oración, lo salvó de un profundo pozo al que había caido. El humile Isidro murió en 1172 y el 12 de marzo de 1622, Gregorio XV lo elevó a la gloria celestial. Quedan algunos lugares relacionados con la vida del santo, como es la capilla de San Isidro, en la iglesia de San Andrés, al lado de casa de los Vargas, donde vivieron Isidro y su familia.
La capilla fue construida en época de Felipe IV con motivo de su canonización, con una decoración suntuosa a base de mármoles preciosos, jaspes, bronces dorados, estucos, etc., que serviría para venerar el cuerpo incorrupto del santo y las reliquias de su esposa.
Aquí estuvo hasta 1769, en que con motivo de la expulsión de los jesuitas, en época de Carlos III, San Isidro y santa María fueron transladado a la vecina iglesia del Colegio Imperial de la calle Toledo, que pasó a llamarse real Colegiata de San Isidro, y que hasta la conclusión de catedral de Almudena, fue la catedral de Madrid. Tanto la capilla de San Isidro, la adyacente iglesia de San Andrés, y la colegiata, en el primer momento de la Guerra Civil, fueron incendiadas y arrasadas por las hordas revolucionarias. El cabildo catedralicio, unos meses antes, preveyendo quye las turbas intentarían profanar los restos del santo, ocultaron el cuerpo de San Isidro, junto con los restos de su esposa. A pesar de la pavorosa destrucción y saqueo que sufrió la catedral, los revolucionarios no pudieron descubrir el escondite.
Los milicianos comunistas detuvieron al archivero canónigo don Timoteo Rojo, al que torturaron en la checa de la calle Diez Porlier para que dijera donde se escondía el cuerpo. Pero estaba dispuesto al martirio antes de descubirir el escondite delas veneradas reliquias.Sería asesinado en 1936 en Paracuellos del Jarama. Después de la Guerra, los restos seguían en el escondite, y ahora están en el altar mayor, en un sarcófago de plata, que los días de la fiesta puede ser venerado. El grado de destrucción de la capilla fue tal, que la restauración ha durado hasta 1991. Junto a la misma se puede visitar el denominado Museo de los Orígenes, la fue fuera la casa del amo de San Isidro, donde se exhiben objetos relacionados con los primeros momentos de la historia de Madrid, y recuerdos de la vida del Santo.
La fiesta tiene su origen en una romeria, magníficamente reflejada en algunps cuadros de Goya, que se realizaba en una ermita construida en honor del Santo, al otro lado del río Manzanares, la famosa pradera de San Isidro, en tierras que fueron de los Vargas. Se levantó en época de la emperatriz Isabel (1528), junto a un pozo de agua milagrosa.
Allí, se sigue celebrando la típica fiesta, com multitud de madrileños y visitantes que pasan el día del Santo, como han venido haciendo sus antepasados durante siglos. Es una ocasión para revivir durante unas horas la vida de un Madrid castizo y popular, donde se mezclaban sin distinciones la aristocracia y el pueblo.
La asistencia a la romería es una experiencia gratificante, pudiendo rodearse de multitud de personas, ya sean madrileños de tradición o de nuevo cuño. Es una ocasión para revivir tradiciones que grupos de castizos se empeñan en mantener, asistiendo ataviados con el típico atuendo de chulapos, tanto mayores
o pertenecientes a las nuevas generaciones, que desde pequeños sus padres los van iniciaando en las costumbres más castizas. En la romería los madrileños pueden comprar los típicos botijos de barro rojo
indispensables en otros tiempos para tener agua fresquita. Hay puestos de comida de todo tipo, aunque triunfan la paella, el pan con tomate, los chorizos asados, las típicas gallinejas, los entresijos, los
churros,las porras, etc. Un capítulo especial son las famosísimas rosquillas del Santo, conocidas popularmente como las tontas y las listas, según estén recubiertas de un glaseado de azúcar o no. Sería difícil calibrar los miles de kilos de rosquillas que se comen en ese día. Se podría decir que ese día los
madrileños pierden la cabeza por esta dulce tentación, que se degustan junto a otras viandas en la pradera, tal y como pintó Goya en diversos cuadros durante una de las etapas más felices de su vida. Uno de los momentos más importantes de la romería es la misa de campaña que se celebra en la pradera, junto a la ermita. Miles de devotos se siguen congregando para asistir a la multitudinaria ceremonia, y
hacerle alguna petición o solicitarle alguna ayuda. Tambien es indispensable hacer la larga cola para beber el agua milagrosa del pozo de la ermita. La fiesta acaba ya al anocher con brillantes castillos de fuegos artificiales junto al río Manzanares. A la villa y corte venían los lugareños de los pueblos vecinos para asisitr a la romería, y demás actos, como la solemne procesión que salía de la catedral, y que con un poco de mala uva, los castizos llamaban "isidros". Uno de los principales acontecimientos de las fiestas, aparte de diversos conciertos y actos diversos organizados por el Ayuntamiento, es la famosísima feria taurina de san Isidro, que se celebra desde 1947 en la Plaza de Las Ventas, catedral de la tauromaquia, y que se ha convertido en el festejo de mayor rango del universo taurino, y donde torean las principales figuras a la ganaderías más prestigiosas.
El ambiente que se respira en estas corridas es difícil de describir, allí se condean críticos, entendidos, famosas y famosos, aristócratas, gente de la farándulas, políticos, etc. Si un torero lográ abrir la Puerta Grande de las Ventas abrá alcanzado un prestigio inigualable y le lloverán los contratos para torear en España e Hispanoamérica.
Los actos del días del patrono de Madrid concluye con la solemne procesión que sa celebra por la tarde y sale de la Real Colegiata de San Isidro, en la calle de Toledo. Como otras muchas tradiciones castizas la procesión ha tenido un revivir excepcional, a la que asisten los viejos y los nuevos madrileños, así como
numerosos turistas, curiosas de ver un tipo de acontecimiento religioso que prácticamente sólo se puede ver ya en España. Salen en procesión el Santo madrileño, y su esposa Santa María de la Cabeza, siendo acompañados en su recorridos por diversas cofradías madrileás, ya sean religiosas o civiles, atavidas con los trajes típicos madrileños, chulapos, goyescos, con la capa española, académicos, miebros de las casas
regionales con sus trajes correspondientes, etc., todo un espejo de la socidad madrileña. Cierra la procesión el cardenal arzobispo de Madrid, seguido por el concejo de la villa, escoltado por los maceros, simbolo de su autoridad, la guardia municipal en traje de gran gala.
El Santo no sólo es venerado en Madrid, otros muchos lugares lo celebran como patrono, o realizan romerías donde el Santo es sacado en procesión para que bendiga los campos y las cosechas. La ppularidad y veneración al humilde jornalero se transmitió a los virreinatos americanos, donde su culto sigue vivo.
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