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La ola de frío siberiano en el Palacio Real de la Granja
J. L. Gamallo. Con un poquito de retraso por fin nos ha llegado el invierno en toda su gélida crudeza. Una ola de frío siberiano seha expandido por toda Europa, y también ha llegado a España, aunque algo mitigado. Las temperaturas han bajado acusadamente, ha habido que sacar los abrigos y las bufandas, y en algunos lugares ha nevado copiosamente, incluso en Mallorca.
A Madrid, a diferencia de otros pasados la nieve no ha llegado a la villa y corte, aunque se quedó a las puertas: nevó copiosamente en Navacerreda, el puerto de los Leones y en la bimilenaria Segovia. Así que también nevó en la que fuera residencia de Verano de los Reyes de España.
El extraordinario conjunto palatino de las fuentes y los jardines que Felipe V encargara a Ardemans y Carlier vio como el miércoles se cubría por un bellísimo manto níveo. El espectáculo visiual es de inusitado esplendor. Desafiendo las bajas temperaturas, aunque sol brillaba fúlgidamente, el visitante podía pensar que estaba en el Olimpo, donde dioses, héroes y ninfas se habían quedado congelados.
Los venerables protagonistas de los mitos grecolatinos tomaban vida en relucientes bronces y brillantes mármoles. Así, es posible ver a escenificadas diversas aventuras amorosas, épicas, o metamorfosis diversas de estos ajetreados dioses: Neptuno, Andromeda, Perseo, Minerva, Apolo, las tres Gracias, etc., Toda una lección de mitología en un escenario excepcional. Aunque todo el conjunto es soberbio, se podría destacar la fuente de la Carrera del Sol, la de las Tres Gracias, la de las Ranas (que describe el episodio ovidiano de la conversión en ranas de unos campesinos licios que negaron agua a Latona), la de la Fama, y la superba Fuente de los Baños de Diana, la inventora de los spa.
Aqui, la diosa atendida por una ejército de ninfas castiga al indiscreto Acteón, convertido en ciervo y devorado por sus perros. Aparte de toda esta exhibición de erución mitológicay artística, pasear por los avenidas, ahora blanquísimas, es una experiencia única. Los árboles, desprovistos ahora de sus hojas, son como desmesurados atlantes o cícoples que resguardan el palacio y sus dioses. También merece la pensa darse una vuelta por la población y tomar un caldo o un chocolate caliente, con lo que la visita habrá sido de una completa satisfacción.
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