Habemus Papam: Francisco, primer pontífice hispanoamericano

J. L. Gamallo. Por fín, ayer a las 7 de la tarde del 13 marzo se conoció la incógnita sobre la que estaban pendiente tanto los católicos como buena parte de los no católicos de todo el mundo. El humo blanco que salía por la chimenea de la Capilla Sixtina señalaba que los cardenales reunidos en secretísimo cónclave, mediente el soplo del Espíritu Santo, habían encontrado al candidato idòneo para suceder a Benedicto XVI en el solio pontificio, y ponerlo al mando de la barca de San Pedro, la Iglesia Católica, la institución más lóngeva de la historia del mundo. Cumpliendo con el ritual para estas ocasiones, tañeron las campanas vaticas, y asomándose al gran balcón de la basílica, el cardenal protodiácono Jean-Louis Tauran anunció urbi et orbi, usando las palabras que se vienen usando desde hace siglos: nuntio vobis gaudium maium: habemus Papam. Como siempre la sorpresa ha estado servida, el Espíritu Santo descendió sobre el argentino cardenal de Buenos Aires, hijo de unos humildes emigrantes italianos: el jeusíta Jorge Mario Bergoglio, que no estaba entre las quinielas de papables que empezaron a circular en cuanto se Benedicto XVI hizo pública su renuncia. El nombre elegido para su pontificado y con el que pasará a la historia es del de Francisco I. La sorpresa está dada, y desde ya empezarán las exégesis sobre su vida, y como, nuevamente la Iglesia demuestra que desde los más humildes estratos sociales se puede llegar a la cátedra de San Pedro. Su posible connivencia con la dictadura argentina ha tardado muy poco en ser puestra de relieve, así como su enfrentamiento con el tandem de los Kirchner. Su vida ha estado marcada por la austeridad y la humildad, muy cercano a las grandes capas de desheredados que pueblan Buenos Aires. Que Dios le ilumine en la difícil tarea que Dios, mediante el colegio cardenalicio le ha encargado.