Corpus Christi de Toledo. La Fiesta de las Fiestas

J. L. Gamallo. Hay un refrán que señala tres jueves al año que relucen más que el sol: el santo, la Ascensión y el del Corpus Christi. Por esas cosas de ajustar las fiestas, la del Corpus de pasó a domingo en todo el orbe cristiano, pero en Toledo, la imperial Toledo, ciudad histórica y llena de arte en cada esquina, en cada baldosa, en cada teja, en cada calle, ha vuelto a celebrar su Corpus, en jueves, como Dios manda.

Si cualquier excusa es buena para acercarse a Toledo, ir el día del Corpus es casi una obligación. Si la belleza increible de Toledo no puede ser discutida, ¿qué se puede decir cuando adorna sus más inverosímiles calles y plazas con reposteros, tapices, macetas, cuadros, guirnaldas, plantas olorosas, bellas composiciones flores, se cubren con largos toldos y velas, para que por ellas transite el Santísmo, guarnecido en esa maravilla del arte sin comparación posible que es la argentéa custodia de Arfe?

El casco histórico toledano, cuajado hasta la exasperación de obras maestras, es el marco  único para tamaño y soberbio espectáculo. Uno, ciertamente, puede quedar mudo de asombro y pasmo ante el espectáculo de inmensa belleza e intesa  fe y creencias populares que se despliega ante sus ojos.

Para acompañar al Santísmo en su recorrido anual por la calles de la bimilenaria ciudad, es escoltado por numerosas cofradías, que ataviadas con sus mejores y más coloridas galas, dan vida a un cuadro de extremado colorido, más palimpsepto que reproducción anastática, reviviendo por unos momentos aquellos primeros momentos, cuando el Concilio expuso de manera incuestionable la presencia del Dios vivo en el pan de la comunión.

Aunque con el devenir de los siglos las cofradías han ido evolucionando, y nueva y viejas se han venido sucediendo, la procesión del Corpus toledo, ya se sea cretente o espectador curioso, es una venerable reliquita de la Historia y del Arte, aunada con la Fe y la Devoción. Parece sorprendente que por las angostas y empinadas calles toledanas, llenas de de público y adornos festivos, pueda avanzar tan sorprendente e inusitado, para los desconocedores, soberbio cortejo.

Durante más de dos horas procesionaran numeros y diversos conjuntos y cofradías, niños y mayores, hombres y mujeres, ancianos y jòvenes, patricios y plebeyos, laicos y religiosos, militares y civiles, pueblos y autoridades. Una extraordinaria amalgama que bajo la protección divina procesiona sin ningún tipo de incidientes. Es como si se abriera un maravilloso libro miniado de horas que abriera sus hojas y pudiéramos contemplar estampas de otra época esplendorosa.

Así, según un protocolo inmemorial, el majestuoso cortejo se inicia con la Guardia civil a caballo y en traje de gala, seguido por los Timbaleros Municipales, y la Cruz Procesional de la Catedral Primada. Por sólo mencionar a algunas otras cofradías están la Cofradía del Gremio de Hortelano, la única que perdura de los primeros tiempos de la procesión, la Real Cofradía de Esclavas de Nuestra Señora de la Estrella,la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío, la cofradía Internacional de Investigadores, el Capítulo de Caballeros Mozárabes,

La Orden de Malta, Orden de Caballeros del Santo Sepulcro, Infanzones de Illescas, Caballeros del Corpus Christi, Seminario Diocesano, Clero regular, Cofradía de la Santa Caridad. Antecediendo al Santísimo aparece la Cruz del cardenal Mendoza, sacerdotes catedralicios y el Cabildo Primado,

y los pajecillos que van arrojando pétalos delante de la carroza que llevan la increible custodia de Arfe, ejemplo supremo de arte y fe. Sigue el cardenal primado, revestido con la capa pluvial del cardenal Borbón. Después del pueblo y sacerdotes, desfilan las autoridades, encabezadas por la presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha, que representa a la Majestad Católica.

Alguaciles y maceros escoltan al Ayuntamiento toledado, encabezado por su alcalde. La Diputación Provincial, escoltados por heraldos, cierra el capítulo de autoridades civiles.

Finalmente el estamento militar, que arranca fortísimos aplausos entre el público asiste, cierra esta maravillosa procesión, Policia Nacional, Guardia Civil, con sus respectivos mandos.

Los cadetes de la Academia militar, tan unida a la vida de Toledo, y que la miopía e ignorancia de anteriores ministros, quiso apartar su presencia histórica, con Bandera, Banda y Música, concluyen brillante y patrióticamente esta singular e imperecedera muestra de una fe y una devoción, que muchos quieren creer muerta, pero que se demuestra incólume y eterna.