La Casa de Campo de Madrid en invierno

J. L. Gamallo. No cabe duda que cuando los parques y jardines, ya sean creados por el hombre o modificados para su uso, cuando más bellos están es en primavera y otoño, en el invierno cuando los días son más cortos y el sol se tamiza con las nueves, o caen finas gotas de lluvia, pasear por los senderos entre la arboleda desprovista de hojas también tiene un encanto innegable.

Ir en estos días a disfrutar de la Casa de Campo ese inmenso regalo que tenemos los madrileños casi en el centro de Madrid es un lujo, poder disfrutar de un hábitar mediterráneo que ha sobrevivido milagrosamente, como una prolongación de el monte de El Pardo.

Aunque los árboles de hoja caduda están con sus ramas al desnudo, centenarias encinas, alcornoques y diversas clases de pinos, sigue enseñando, orgullosos, sus copas a los visitantes. Nada mejor que perderser por cualquiera de sus caminos o por las carreteras asfaltadas, en otro tiempo ocupadas por los automóviles, y ahora reino de corredores ciclistas y paseantes, con o sin mascota.

La Casa de Campo es realmente grande, y serían necesario varios días para poder recorrerla en su totalidad. Normalmente el público suele quedarse en los alrededores del lago y los chiringuitos que lo bordean, pasear hacia la zona del Batán y el parque de atracciones. Una opción muy interesante, si se tiene algo de tiempo, es ir hacia la parte de la Casa de Campo que está más cerca de la M-30, frente al parte del Oeste y la Ciudad Universitaria.

En esta lado hay una serie de cerros y elevaciones desde donde hay una estupendas vistas de Madrid. El colofón es subir al cerro de Garabitas, muy famoso durante la Guerra Civil, pues aquí baterias nacionales. El frente estaba al otro lado del río.

Se conserva una carretera de 1938 por la que subían vehículos pesados. La carretera se ha conservado prácticamente intacta. En la cima del Garabitas hay un gran estanque que según una inscripción que hay data del reinado de Alfonso XII.

La panorámica de varias facultades, el palacio de la Moncloa, Rosales, etc., es espléndida; se comprende fácilmente su importancia estratégica durante la Guerra Civil, en una línea de frente que permaneció estable desde los primeros días de la guerra hasta su conclusiónen 1939.

También se comprenden los grandes daños que sufrió toda la Ciudad Universitaria, el parque de Rosales y toda esta zona de la Casa de Campo. Pero todo eso ya es sólo un capítulo en las páginas de los libros de Historia. Ahora es un lugar excelente para los amantes de la naturaleza.